También conocidos por su nombre científico, Pediculosis humanus capitis, los piojos de cabeza son parásitos diminutos que se alimentan de la sangre del cuero cabelludo humano. Son del tamaño de una semilla de sésamo, deben tener un anfitrión humano para sobrevivir y pasan de un anfitrión a otro mediante el contacto entre cabezas o al compartir efectos personales. Sus huevos, denominados liendres, son pequeños y de color blancuzco o amarillento y se fijan a los pelos cerca del cuero cabelludo.
A pesar de que la pediculosis con frecuencia se asocia con picazón intensa, los síntomas pueden tardar varias semanas en aparecer. Los primeros síntomas pueden incluir la sensación de movimiento en el cuero cabelludo o marcas rojas detrás de las orejas y alrededor de la nuca. Cuando los piojos muerden el cuero cabelludo, su saliva ocasiona una reacción alérgica que puede ocasionar picazón. Los niños pequeños también pueden padecer irritabilidad e insomnio.
Desafortunadamente, no. Los piojos seguirán poniendo nuevas liendres y la infestación solo se multiplicará. Incluso un único bicho que no se elimina puede comenzar una nueva infestación. Por ello el tratamiento temprano y efectivo es esencial.
Los piojos de cabeza no ocasionan ni transmiten enfermedades, pero una infestación sin tratar puede ocasionar úlceras abiertas que podrían infectarse.
A pesar del estigma social, los piojos de cabeza y la higiene no están relacionados. De hecho, los piojos realmente prefieren el cabello limpio. La higiene personal es importante, pero el lavado frecuente del cabello no mantendrá alejados a los bichos. Cuando comienza la infestación, es necesario realizar el tratamiento.